Relato: "El Libro de la Redención en la Biblioteca Abandonada"
En una fría noche de otoño, Javier, un hombre de semblante serio, comenzó su primer turno como guarda de seguridad en la Biblioteca San Agustín, un edificio abandonado desde hacía décadas. Mientras patrullaba los oscuros pasillos, su única compañía era el sonido siniestro del viento ululando entre las ventanas rotas.
Desde el primer día, comenzó a sentir una extraña presencia a su alrededor. Pasos silenciosos resonaban detrás de él, susurros incomprensibles llenaban el aire y los libros, cubiertos de polvo, parecían moverse por sí mismos en las estanterías. Trató de atribuir estos fenómenos a su imaginación, pero la sensación de que no estaba solo persistía.
Una noche, mientras revisaba el salón principal, la temperatura cayó de manera drástica. Un escalofrío recorrió su espalda cuando vio una figura tenue y fantasmal en la distancia. Era una mujer vestida con ropas antiguas, con un semblante triste y ojos huecos que parecían buscar algo perdido en el tiempo. Con manos temblorosas, alcanzó su linterna y la luz reveló que la mujer había desaparecido.
A medida que pasaban los días, las apariciones se volvieron más frecuentes y más intensas. Entonces decidió investigar la historia de la biblioteca y descubrió que años atrás, una joven llamada Isabella había sido acusada injustamente de robar libros raros y condenada a prisión, donde murió en la miseria. La figura que había visto en la biblioteca se parecía sorprendentemente a ella.
Decidió comunicarse con el espíritu , y pronto descubrió que ella buscaba desesperadamente un libro que probara su inocencia. Con la ayuda de Javier, encontraron el libro en una habitación secreta, escondido durante décadas. Al entregar el libro a Isabella, su espíritu finalmente encontró la paz, desvaneciéndose en la oscuridad.
Con la partida de Isabella, la biblioteca abandonada recuperó la tranquilidad, y Javier ya no sintió la presencia inquietante. Pero su experiencia le recordó que, a veces, los fantasmas del pasado pueden ser más reales de lo que uno imagina, y que la justicia tardía puede llegar incluso en los lugares más inesperados.
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