el tesoro

En un pequeño pueblo perdido entre montañas, vivía un niño llamado Martín, conocido por su vestimenta siempre amarilla y su egoísmo desmedido. Martín no tenía amigos verdaderos, solo aquellos que soportaban su actitud maliciosa por miedo o conveniencia.

Un día, mientras exploraba el bosque cercano con sus "amigos", descubrieron un antiguo mapa que señalaba la ubicación de un tesoro escondido. Emocionados, decidieron seguir las indicaciones y buscarlo juntos.

Al llegar al lugar indicado, encontraron un cofre enterrado bajo un árbol retorcido. Martín, con su codicia desbordante, no dudó en tomar la mayor parte del tesoro para sí mismo, dejando a sus supuestos amigos con migajas.

Lo que Martín no sabía era que el tesoro estaba maldito, y aquellos que lo compartieran de manera justa serían bendecidos, pero los que fueran egoístas y avariciosos serían castigados.

Pasaron los días y Martín comenzó a experimentar extraños sucesos: sombras que lo perseguían, susurros que solo él podía escuchar y una sensación de frío perpetuo que lo envolvía. Luego, una noche, mientras se miraba en el espejo, sus ojos amarillos se tornaron blancos de repente, privándolo de la vista.

Martín comprendió entonces el precio de su egoísmo y malicia. La maldición del tesoro lo dejó ciego, condenándolo a vagar en la oscuridad para siempre, incapaz de disfrutar de las riquezas que tanto anhelaba y sin nadie que le mostrara un poco de compasión.

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